lunes, 27 de julio de 2020

BlackRock, el vampiro financiero que lleva el volante de la economía global

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¿Quién lleva el volante de la economía global? Ya no son los bancos los que ejercen el poder financiero detrás de las sombras, sino los administradores de activos. El mercado de valores se considera el barómetro de la economía, aunque tiene poco que ver con la fuerza de la economía real y productiva.

Los gigantescos fondos de pensiones y otros fondos de inversión lo controlan en gran medida y es favorecido por la política pública occidental, los administradores de activos controlan esos fondos. Esto efectivamente pone a BlackRock, el mayor y más influyente administrador de activos, en el asiento de conductor en el control de la economía dominada por el dólar fiat.

Llega al punto de convocar recientemente minicumbres corporativas al estilo de Davos para “debatir fórmulas que sirvan de motor para reconstruir la economía mundial, tras los devastadores efectos de la pandemia del coronavirus”.

Aunque la reunión anual del Foro Económico Mundial (WEF, sus siglas en inglés) se organiza en esa localidad suiza para fijar la agenda política y económica internacional para todo el año, esta reunión es apadrinada por los grandes directivos de este fondo, encabezados por Larry Fink, su primer ejecutivo. No hay políticos sino empresarios, que ponen en juego miles de millones con sus decisiones (o temores) de inversión.Echemos un vistazo a BlackRock para entender por qué conduce los hilos de la economía dolarcéntrica en Occidente.

¿Qué es y qué no es BlackRock?

El Grupo Blackstone, una multinacional de gestión de capital privado que durante la crisis bancaria de 2008–09 arrebató casas embargadas con mínimos costos y las alquiló a precios inflados, participó en la fundación de BlackRock, un gestor de activos de fondos de pensiones y jubilados que administra sus ahorros mediante inversiones “pasivas” que siguen la pista del mercado de valores.

Con más de 7 mil millones de dólares en activos bajo gestión directa y otros 20 mil millones de dólares gestionados a través de su software de supervisión de riesgos llamado “Aladdin”, su cartera es mayor que la del mayor banco del mundo (que está en China), sin embargo no está regulada como “Institución Financiera de Importancia Sistémica” en virtud de la Ley Dodd-Frank en Estados Unidos a pesar de su tamaño y poder global, gracias a la presión de su director ejecutivo Larry Fink, que desde hace mucho tiempo tiene relaciones “acogedoras” con funcionarios del gobierno.

¿Cómo ejerce su peso político?

Relata Ellen Brown, investigadora del Instituto de Banca Pública, que en agosto de 2019 cuatro ejecutivos de BlackRock, encabezados por el ex jefe del Banco Nacional Suizo Philipp Hildebrand, propusieron en la reunión anual de banqueros centrales en Jackson Hole (Wyoming, Estados Unidos) un reajuste económico que se puso en práctica en marzo de 2020.

BlackRock maniobró para que el banco central abandonara su tan cacareada independencia y uniera la política monetaria (propia del banco central) con la fiscal (propia de la legislatura).

Propusieron que el banco central mantuviera un “Servicio Fiscal de Emergencia Permanente” que se activaría cuando la manipulación de los tipos de interés dejara de funcionar para evitar la deflación. El Servicio sería desplegado por un “experto independiente” designado por el banco central.

Asalto sin mano armada durante la pandemia

La crisis del Covid-19 presentó la oportunidad perfecta para ejecutar la propuesta en Estados Unidos y, en marzo de 2020, se le otorgó a BlackRock un contrato sin licitación bajo la Ley de Ayuda, Alivio y Seguridad Económica del Coronavirus (Ley CARES, sus siglas en inglés) para desplegar un fondo ilícito de 454 mil millones de dólares establecido por el Tesoro en asociación con la Reserva Federal que podría ser apalancado para proporcionar más de 4 mil millones de dólares en crédito de la Reserva Federal.

Por un lado, el público se ha distraído con protestas, disturbios y cierres y, por otro, BlackRock se convierte en la “cuarta rama del gobierno”, manejando los controles del dinero fiduciario de la Reserva Federal, dispensando sus fondos a través de 11 “vehículos para fines especiales” autorizados en virtud de la Ley CARES.

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